¿Tus cascos son pequeños, usas ropa chillona y no sabes qué es un casete? Pues estás demodé. Paradójicamente, lo que se lleva es lo último de las décadas pasadas, aunque sea a través de rediseños inspirados en otra época o cazados en mercadillos, tiendas vintage y de antigüedades. Lo vintage está en alza y es la referencia en arte. Consumimos la nostalgia de un mundo que no hemos vivido.
El diseño gráfico y online aprovecha esta tendencia al máximo, creando gráficas y páginas web que viven entre el ayer y el hoy. Recrean ambientes pasados nutriéndose de estilos, textiles e imágenes que nada tienen que ver con nuestro día a día. Se fusiona la novedad con lo clásico creando lo último en diseño: el diseño retro.
Con fundamento
Colores pálidos, monocromáticos o una paleta de 2 ó 3 colores. Tipografías poco legibles combinadas en el espacio con otras tipografías rompedoras. Colores cálidos y gráficos simples, jugando con emblemas pomposos y sobrecargados, sumados a texturas sesenteras. Y, por supuesto, ilustraciones propias de los carteles más antiguos, imitando sus técnicas y vestuario.
Sobredosis de pasado
Y nos gusta. Se hacen proyectos cada vez más creativos y cañeros, combinando estilos de antaño con técnicas y programas actuales. Pero si lo poco gusta, lo mucho cansa. Empieza a saturar. Cambiemos aquello de “cualquier tiempo pasado fue mejor” por un “cualquier tiempo pasado fue anterior”, Groucho y sus grandezas, siempre vigente.
Lo más curioso es cómo se ha llevado esta tendencia a productos ultramodernos, como las televisiones planas, por ejemplo, que por un coste algo superior poseen las últimas características tecnológicas bajo un diseño retro exquisito. Es retroceder o morir.
¿Por qué triunfa esta tendencia? ¿Nos resultan demasiado fríos, funcionales y minimalistas los diseños actuales? Puede ser. O tal vez es solo un recurso permanente, pasado, presente y futuro fusionados, dispuestos a enganchar a los más hipster?
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